Sin embargo, con paciencia y entrenamiento, casi cualquier perro puede aprender a buscar trufas. "Una vez que el perro reconoce el olor de la trufa, el siguiente paso es enterrarla bajo tierra, al principio en un punto no muy profundo", dice. La trufa blanca crece subterránea y parásita, en terrenos calizos, soleados y permeables, entre cinco y treinta centímetros bajo tierra, pues su micelio vive en las raíces de ciertos árboles, en las encinas, los avellanos y sobre todo en los robles.